Los abanicos han sido siempre símbolo de feminidad, de timidez y de romanticismo, incluso existe todo un lenguaje de uso del objeto.
El abanico era utilizado para esconderse y cuchichear, aliviarse del calor sofocante, hacer señales al amado, castigar los dedos de algún que otro moscardón, cruzar el impúdico rostro de la rival y hasta darse pecherazos en la iglesia mientras rezaban a la Virgen Santísima para que el marido volviera al camino recto o las dejara viudas.
Porque, en el fondo, el abanico es muy español.
Cubrirse la oreja izquierda con un abanico abierto implica "no traicionar nuestro secreto".
Así que esta primavera-verano abanícate con nuestros pendientes y guarda todos tus secretos.
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